Largo Aliento es una serie de dibujo, improvisación y escultura a partir de una serie de instrumentos de viento construídos por la artista que hacen visible, en sus pocos centímetros de superficie, los cientos de años vividos por el árbol del cual están hechos. Esta serie de esculturas son activadas por intérpretes invitados que mediante la improvisación de notas prolongadas y la interpretación sonora de dibujos basados en los anillos de crecimiento (vetas), haciendo resonar la historia y eventos climáticos que dejaron marca en el árbol.

Con el apoyo de investigación por Laboratory of Tree-Ring Research, Tucson, la Dra. Alejandra Quintanar del Laboratorio de Tecnología y Anatomía de la Madera UAM-Iztapalapa.

Apoyo de producción (laudería) por Bruno Monsivais y Enrique Rico (Trinitate Philharmonia, León, MX).


Desarrollado con el apoyo del Fondo Nacional de Cultura y las Artes, Jóvenes Creadores 2018-2019.

Largo Aliento (1938-2014)

2019
instrumento de viento hecho con madera de dalbergia
19.5cm (76 años)

LARGO ALIENTO (PERFORMANCE)

Museo Jumex, Ciudad de México, MX
2024

LARGO ALIENTO (PERFORMANCE)

Espacio de Arte Contemporáneo (ESPAC), Ciudad de México, MX
2019
Curaduría por Ana Torres Valle Pons
Performance por María Diez-Canedo, ESPAC, Ciudad de México, 2019.

PRESENCIA LÚCIDA

Espacio de Arte Contemporáneo (ESPAC), Ciudad de México, MX
2019
Curaduría por Ana Torres Valle Pons
Texto por Ana Torres Valle Pons
Este proyecto consistió en un experimento curatorial, artístico y pedagógico que reúne piezas de la Colección ESPAC y proyectos de seis artistas invitadas —Paola de Anda, Christian Camacho, Sara García, Almudena Lobera, Lorena Mal y Tania Solomonoff—, cuyas obras tienden a la transformación, a desenvolverse a través del tiempo y a hablarnos sobre lo invisible, aquello que se queda en la punta de la lengua. En Presencia lúcida se indagaron temas sobre las relaciones entre el habitar, las convenciones del espacio expositivo, la hospitalidad y la colaboración. El planteamiento curatorial y el programa de aprendizaje exploraron la exposición como una duración, una construcción constantemente reescrita y transformada con manifestaciones como la danza, el performance y el videoarte, además de experimentar con prácticas artísticas no visuales que buscaron apelar a otros sentidos y a experiencias corpóreas intraducibles. El proyecto fue también un jardín. En contraposición a la destrucción sistemática del medio ambiente que acompaña al desarrollo urbano, el espacio se transformó en un lugar con plantas medicinales y un huerto, así como espacios para el descanso e interacción. Este es un gesto que crea una burbuja, un espacio de excepción para ejercer el cuidado y el encuentro con la vida en tiempos de destrucción. Un paréntesis para habitar la esperanza y cultivar nuestro regocijo. A partir del programa pedagógico y una serie de actividades públicas, Presencia lúcida concibió la exhibición como un lugar de encuentro que posibilita la conversación y formas colectivas de construcción de la memoria.
ES