Árboles genealógicos es una serie de dibujo y montajes a muro que exploran relaciones entre un lugar y formas de memoria.  El dibujo esta basado en muestras de diferentes especies de árboles resguardados en archivos botánicos, en donde los cortes transversales de la madera provocan que la geometría radial del anillo del árbol pase a verse más ‘líquida’, sugiriendo formaciones que asemejan vistas topográficas o el ‘escurrimiento’ de su propio registro del tiempo y el entorno. El dibujo calado sobre madera genera huecos a través de los cuales se entreven imágenes de fondo -registros fotográficos o materiales específicos de los lugares-, buscando contraponer lecturas entre sitio, historia y vidas más extensas que la humana que permitan cruzar y conectar generaciones.

 

 

 

 

 

Con el apoyo en investigación de la Dra. Alejandra Quintanar, coordinadora del Laboratorio de Tecnología de la Madera de la UAM Xochimilco, de la Xiloteca de la UAM y del Instituto de Biología de la UNAM.

XV BIENAL FEMSA

Museo Regional de Guanajuato Alhondiga de Granaditas, Guanajuato, MX
2024
Dirección artística por Mariana Munguía
Curaduría por Pamela Desjardins y Christian Gómez
Curaduría de sitio Isis Yepez
Curaduría asociada Eugenia Braniff
Texto por Pamela Desjardins
Bajo el entendimiento del paisaje y la tierra como archivo, este proyecto apela a la memoria que guardan los materiales y los lugares por sí mismos, así como a las huellas que quedan en ellos al habitarlos y manipularlos. En su conjunto, las piezas retoman la historia del recinto de la Alhóndiga –originalmente concebido para el almacenamiento de semillas– que hoy resguarda objetos de la región, como la alfarería chupícuara. Las arcillas utilizadas por la cultura chupícuara provienen de diversas zonas del estado de Guanajuato, al igual que las que cubren los muros de la sala, las cuales fueron recolectadas por la artista en colaboración con investigadores del Laboratorio Nacional de Ciencias para la investigación y Conservación del Patrimonio Cultural (LANCIC). Al fondo, el mural de madera basado en anillos de árboles del Bajío, como el cedro blanco, el oyamel, el naranjillo, el ciruelo, el encino y el capulincillo, así como la escultura de un tronco en putrefacción, aluden al paso del tiempo y a los ciclos de la vida.
Árboles genealógicos (Bajio)
2024
Dibujo calado sobre madera (frente) y arcillas de Chupícuaro, Acámbaro, Puruaguita, San José Rincón, Las Tinajas, Cerro del Toro, Jerécuaro, La Purísima, Tarandacuao, Cañitas, Dolores, San Anton de las Minas, Santa Rosa de Lima, Los Mexicanos, y Valenciana, (fondo)
360x360cm (frente) 366x378cm (fondo)

Witness Trees

Smith Gallery, Davidson NC, EUA
2022
Curaduría por Lia Newman
Texto por Violeta Burckhardt
La exposición Witness trees forma parte del proceso evolutivo de las exploraciones realizadas por Lorena Mal en cuanto al paisaje como terreno común – una forma de juntar diversas personas, lugares y escalas de tiempo. Este hacer terreno, un acercamiento de sitio específico, concibe la naturaleza como un constructo cultural y los límites territoriales que la definen como un umbral inalcanzable frente al tiempo profundo. El paisaje se entiende como una perspectiva a través de la cual las manifestaciones geopolíticas del espacio pueden ser reconfiguradas – una modalidad para la reinterpretación de la historia basada en la selección, o sustracción, de información a través de un proceso colectivo. Al enfocarse en la historia ambulante de la Magnolia grandiflora como sujeto, la artista entreteje historias de supervivencia humanas y no-humanas a través de las voces de las plantas y las ecologías que han resultado de su desplazamiento. Al reimaginar a los árboles como sujetos, Mal desarrolla nuevas herramientas para entender la preservación, no sólo desde un punto de vista diferente, pero también como una forma radical de transformación que concibe la naturaleza como un concepto descentralizado y no-antropocéntrico. 
Al entrar al espacio de la galería, sentimos el suave pero predominante color ocre emanando de las paredes a nuestra espalda, forzando la mirada hacia atrás – un pequeño gesto hacia reconocer la importancia de la historia en la construcción del presente. El color fue extraído de tierra Cecil, una mezcla de arcilla, arena y óxido ferroso que se puede encontrar en el territorio y hábitat norteamericano de la Magnolia grandiflora y, en particular, en Davidson, Carolina del Norte, donde la exposición toma lugar. Nacido del desgaste o la oxidación del pigmento, el color del ocre en las paredes capta la vida como un proceso químico, vinculándolo a nuestros cuerpos a través del oxígeno que también llevamos dentro de nuestra propia piel. 
Ante nosotros surge a Psalmodia Naturalis (in xóchitl, in cuícatl), 2020–2022, reposada sobre un pedestal hecho de tierra compactada, una mezcla de Cecil local, junto con tierra mexicana traída por Mal desde su propio hogar. Al mezclar ambas tierras, Mal refuerza la estructura de los cimientos al mismo tiempo que reconoce la tierra como materia en común. Como técnica arquitectónica y vernácula que se puede encontrar por todo el mundo, la tierra compactada (tapial) funciona como símbolo de prácticas de construcción sostenibles y como energía que toma cuerpo de forma mineral. Poca tierra Cecil que podemos encontrar ahora se puede localizar en un estado puro. La Tierra, como los elementos bióticos y abióticos que la componen, es parte de una mezcla compleja y dinámica del territorio, producto directo de una cultura-mosaico que se cultiva. 
Extendidas por las páginas del libro de Mal, Psalmodia Naturalis (in xóchitl, in cuícatl), flores de magnolia comprimidas emergen sobre el papel, de lado a lado. Este majestuoso árbol, que llega a alcanzar los 30 metros de alto, se ha convertido en un componente ubicuo de jardines a lo largo de numerosas geografías globales. Aunque comúnmente considerada como nativa al continente norteamericano, sus raíces se extienden profundamente dentro de una red que ahora extiende su propio origen. Los registros fósiles muestran que las magnolias antiguamente crecían en lugares tan lejanos como Asia hace 100 millones de años. Sin embargo, la crónica occidental más antigua proviene de la región y culturas mesoamericanas, a través de ilustraciones de la ahora extremadamente difícil de encontrar Magnolia dealbata en el Códice De la Cruz-Badiano o Libellus de Medicualibus Indoorum Herbis. Con su obra, Psalmodia Naturalis (in xóchitl, in cuícatl), Mal emplea un archivo histórico, la Psalmodia Christiana (1558–1583), como forma de desenterrar las narrativas precoloniales de un lugar. Traída a lan vida como forma de conectar visiones ancestrales y colonialistas del paisaje, este libro marca el momento en que la tradición fue capaz de sobrevivir a través del entrelazamiento de diferentes perspectivas, imágenes y formas de lenguaje. Esta combinación de significados y sistemas culturales, conocido como sincretismo, permitió que la tradición prehispánica pudiese sobrevivir en una forma híbrida. 
Psalmodia Christiana, actualmente fuera de su lugar de origen, tiene una historia migratoria propia. En la actualidad se encuentra en la colección privada de la John Carter Brown Library en Providence, Rhode Island donde la Psalmodia Christiana forma parte de un archivo en expansión de libros antiguos, manuscritos e ilustraciones que marcan la historia de exploración y colonización del ‘Nuevo Mundo’. Ahora enteramente digitalizado y accesible en línea, los contenidos de la biblioteca forman parte de una comunidad interconectada donde el conocimiento, aunque concebido a nivel local, es dotado de una segunda vida a través de la evolución de una sociedad que se entiende a sí misma como una totalidad planetaria. Cuando Mal ahonda en los contenidos de este libro de salmos, un nuevo paisaje se extiende con el a afloramiento de ciertas especies de plantas, como reliquias de un pasado vivo pero oculto. A través del lenguaje, el ritmo y la repetición, Mal pinta una nueva imagen del paisaje como un espacio para la reflexión crítica y una lira polifónica. 
Mal usa la botánica como técnica narrativa geopolítica para conectar el pensamiento indígena con la tradición científica occidental. Escrita dentro de las premisas del convento colonial de Tlatelolco, la tan olvidada Psalmodia Christiana, originalmente concebida como libro de Salmos, ha sido transformada por la artista a través de un proceso de exhumación. Al reproducir su propia versión de este texto, Mal excava nuevas narrativas a través de la omisión, una técnica que caracteriza a un cuerpo de obra más amplio y un denominador en común dentro de su investigación. Como una arqueología a la inversa, la artista construye una nueva imagen al reconocer el potencial de la retirada como herramienta para la emergencia. El libro, una especie de mapa, describe el territorio a través de una cosmología de mezclas y un ejemplo del potencial de las formas híbridas de la historia y la narración como forma de ser dentro y con el mundo. Psalmodia Naturalis es un acto de preservación a través de la transmutación que concibe el paisaje como un lenguaje universal y fuera de los límites del tiempo. 
Árboles Genealógicos (América: Magnolia) de Mal consiste en una serie de imágenes de anillos de árbol tallados directamente sobre y en paneles de madera de roble rojo. Las líneas, basadas en muestras incluidas en el American Woods Archive de Romeyn Beck Hough (1857-1921), ofrecen un despliegue dendrocronológico de la vida de las magnolias, creando su propia topografía. Similares a un mapa, estas líneas siguen un camino de infinita repetición. Estos patrones contextualizan la línea de tiempo oculta tras su velo como símbolo de vida y continuidad. Parcialmente invisibles, las fotografías de Mal a gran escala actúan como telón de fondo a estas superficies talladas de anillos de árboles. Una imagen es la de un árbol encontrado en el jardín de su amigo íntimo Felipe en México – un árbol que su familia ha cuidado por generaciones y bajo el cual descansan las cenizas de sus abuelos. La segunda imagen muestra otra magnolia ubicada en la antigua plantación esclava cercana Latta Plantation Nature Preserve. Ambas imágenes encarnan los archivos del pasado, marcas vivas que conectan territorios a través del montaje. 
Witness Trees concibe la historia como flujo y considera el canto y la respiración como algo no limitado a los seres humanos – un elemento metafísico a través del cual el mundo se comunica con nosotros. Las hojas comprimidas de las magnolias que yacen ocultas entre la reproducción de un antiguo texto precolombino, la tierra compactada del pedestal sobre el cual reposa el libro, el cálido color ocre de las paredes y las imágenes de los árboles de magnolia ocultas por los dibujos de líneas talladas son todas parte de la misma narrativa, componentes terrenales que a través de la mezcla logran transformar el mundo de manera radical. Esta exposición es el producto de un proceso inmersivo que reconoce al conocimiento marginalizado como fundamentalmente deconstruido y a la naturaleza como una fuerza universal, política y unificadora. Al concebir al espectador como materia viviente y geológica, Lorena Mal ofrece un escenario para contemplar el paisaje a través de la presencia activa y la reinvención del archivo como testimonio de su ambición extra disciplinaria y su fuerza liberadora. 
Árboles genealógicos (América: Magnolia)
2022
Dibujo calado sobre madera (frente) y fotografía del lugar de entierro de personas esclavizadas en la Plantación Latta Reserva Natural, Carolina del Norte (fondo)
244 x122 cm (frente) 343 x 365 cm (fondo)
Árboles genealógicos (América: Magnolia)
2022
Dibujo calado sobre madera (frente) y fotografía mural del lugar de entierro de los abuelos de Felipe, casa de Coyoacán en Ciudad de México (fondo)
244 x122 cm (frente) 243 x 91.44 cm (fondo)

Presencia Lúcida

Espacio de Arte Contemporáneo (ESPAC), Ciudad de México, MX
2019
Curaduría por Ana Torres Valle Pons
Texto por Ana Torres Valle Pons
Este proyecto consistió en un experimento curatorial, artístico y pedagógico que reúne piezas de la Colección ESPAC y proyectos de seis artistas invitadas —Paola de Anda, Christian Camacho, Sara García, Almudena Lobera, Lorena Mal y Tania Solomonoff—, cuyas obras tienden a la transformación, a desenvolverse a través del tiempo y a hablarnos sobre lo invisible, aquello que se queda en la punta de la lengua.
En Presencia lúcida se indagaron temas sobre las relaciones entre el habitar, las convenciones del espacio expositivo, la hospitalidad y la colaboración. El planteamiento curatorial y el programa de aprendizaje exploraron la exposición como una duración, una construcción constantemente reescrita y transformada con manifestaciones como la danza, el performance y el videoarte, además de experimentar con prácticas artísticas no visuales que buscaron apelar a otros sentidos y a experiencias corpóreas intraducibles.
El proyecto fue también un jardín. En contraposición a la destrucción sistemática del medio ambiente que acompaña al desarrollo urbano, el espacio se transformó en un lugar con plantas medicinales y un huerto, así como espacios para el descanso e interacción. Este es un gesto que crea una burbuja, un espacio de excepción para ejercer el cuidado y el encuentro con la vida en tiempos de destrucción. Un paréntesis para habitar la esperanza y cultivar nuestro regocijo.
A partir del programa pedagógico y una serie de actividades públicas, Presencia lúcida concibió la exhibición como un lugar de encuentro que posibilita la conversación y formas colectivas de construcción de la memoria.
Árboles genealógicos (Jardín)
2019
Dibujo calado sobre papel (frente) y fotografía del bioma de selva de lluvia controlado para el estudio de cambio climático en Biosphere2, Arizona (fondo)
80 x 60 cm (frente) 80 x 60 cm (fondo)

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