
Sincronía es un proyecto de investigación que explora los límites del tiempo “vivo” a través del encuentro entre sistemas que miden su paso, donde el ritmo es a la vez biológico y musical, y el tempo, el ritmo o los latidos del corazón se cuentan en pulsos por minuto.
Combinando objetos e imágenes de archivo, metrónomos modificados, partituras y una serie de eventos para 2 pianos y múltiples intérpretes tocando diferentes temporalidades simultáneamente, el proyecto cuestiona la historia de las métricas del tiempo humano y altera sus estructuras estableciendo otros posibles intervalos y relaciones trabajando con los ritmos de pulso de diferentes organismos vivos encontrados públicamente en estudios de literatura científica, componiendo relaciones polirrítmicas para experimentar cuerpos invisibles a través de estados de sueño, hibernación, calma y actividad.
Con el apoyo en investigación del Departamento de Ecología Aplicada, North Carolina State University, EUA en colaboración con Clint Penick, Lauren Nichols and Rob Dunn.
Desarrollado con el apoyo del Programa de Apoyo a la Producción e Investigación en Arte y Medios 2012-2013.

SYNCHRONY (PERFOMANCE)
Biobat Art Space, Brooklyn Army Terminal NY, EUA
2021
Curaduría por Elisa Gutiérrez
FRECUENCIAS COMUNES/
COMMON FREQUENCIES
Biobat Art Space, Brooklyn Army Terminal NY, EUA
2021
Curaduría por Elisa Gutiérrez

Texto por Elisa Gutiérrez
Frecuencias Comunes tiene como objetivo enfatizar la importancia de las prácticas multidisciplinarias para la escucha activa, la invención y la visión de nuevos sistemas de colaboración.
La idea de comunidad en Frecuencias Comunes toma referencia directa de la palabra francesa milieu (el entorno social de una persona) vista como el lugar en el que la especie humana, existe y coexiste con otras especies. Sin embargo, es importante reconocer también que como individuos somos un entorno: albergamos millones de bacterias y otros seres vivos que nos permiten digerir, respirar y existir.
La exposición enfatiza la idea de que los humanos son solo uno de millones de otros seres vibrantes vivos, y que existe una necesidad mutua para que nuestro entorno funcione, de la misma manera en que nosotros, como individuos, necesitamos que cada ser vivo dentro de nosotros exista. Evidentemente, este concepto también se extrapola a lo social.
En medio de un tiempo que parece estar cada vez más dividido, este grupo de artistas investiga y genera varias conexiones que prueban que la unión, la colaboración y la conectividad están más presentes que nunca. Muestran que no somos una especie independiente, sino más bien dependiente e interconectada con todos los seres del planeta.
En la exposición, estas interconexiones se hacen evidentes a través de paisajes sonoros, lenguajes que son más fáciles de identificar como comunes, como algo con lo que podemos relacionarnos y utilizar nuestra capacidad de respuesta a cambio.
En Sincronía, un archivo visual y numérico, Lorena Mal investiga la relación entre el cuerpo y la percepción del tiempo a través de una serie de partituras basadas en la frecuencia cardiaca de 88 especies animales.
Mal explora nociones sobre el tiempo ‘vivo’ a partir del encuentro entre dos sistemas que miden su transcurrir, donde el ritmo es tanto biológico como musical, y el tempo, paso o pulso cardíaco son medidos por igual como golpes por minuto. Combinando objetos e imágenes de archivo, metrónomos modificados, partituras y una serie de eventos para 2 pianos y múltiples intérpretes que tocan diferentes temporalidades de forma simultánea, el proyecto toma al metrónomo estándar como principal sujeto de investigación, partiendo de la coincidencia entre sus límites con los del pulso humano.
Sincronía establece encuentros inesperados e intervalos de silencios, haciendo del acto de escuchar un proceso intersubjetivo de reciprocidad, incluso involuntario.
SINCRONÍA (CONCIERTO PARA 2 PIANOS A 4 MANOS)
Auditorio Blas Galindo, Centro Nacional de las Artes, Ciudad de México, MX
En colaboración con Emilio Hinojosa Carrión
2014

Texto por Jorge Solís Arenazas
Ciudad de México, agosto 2014
Sincronía es una pieza articulada a partir de una minuciosa recopilación de datos acerca del pulso en cientos de especies animales, pertenecientes a categorías taxonómicas diversas. A cada una de las ochenta y ocho teclas del piano se le asigna una especie, con diferencias rítmicas significativas en cuanto a los estados físicos del animal, desde el reposo absoluto de la hibernación hasta la actividad física intensa y las situaciones límite. A su vez, estas variaciones determinan la forma de su interpretación, concebido a partir de la estructura sinfónica clásica de cuatro movimientos. Dichas mediciones de la frecuencia cardiaca en golpes por minuto (BPM) despliegan las equivalencias métricas entre los ámbitos sónico y zoológico; brindan los modelos percutivos, las células rítmicas y los ciclos temporales que podemos escuchar, siempre a condición de expandirse y prolongar sus tensiones en el tiempo. En un tiempo que ellos mismos generan.
Las implicaciones de lo anterior son muy vastas. Olivier Messian, por citar un ejemplo, basó composiciones en el canto de las aves (no sólo en su obra de 1958, sino como una constante en toda su producción). Pero mientras que el compositor francés tiene una clara inquietud por la exploración tonal, en Sincronía hallamos el acento en el aspecto horizontal de la música, su transcurrir, la manera en que fluye con el tiempo para alterarlo o, en el menor de los casos, transformar nuestra percepción de él, nuestra vivencia de la duración.
En tanto que espectadores, también entramos en el juego. Si la pieza pasa por las constantes reescrituras de estados corporales animales, al recibir sus estímulos experimentamos la transformación del estado físico propio. Por lo tanto, si la distancia perceptiva no se elimina, cuando menos se relativiza; se cuestiona la rigidez identitaria entre la obra-objeto y el sujeto- receptor. Es decir, se establece una realidad rítmica que por su propio encantamiento convoca todo en su seno. El trazo rítmico nos conduce al poder del pensamiento por analogía que, históricamente, ha constituido un polinomio entre la presencia animal y sus resonancias simbólicas, míticas, escriturales y oníricas. En este sentido, la musicología ha estudiado numerosos casos comunes en las “sociedades primitivas”, como el papel determinante que la imitación vocal tiene para la cacería o la existencia de elementos neumáticos en las personas (especialmente la sombra y la voz).
Pero quizá sea mejor, para concluir, recordar las palabras de Saint John Perse: sólo “el animal sabe muy bien qué fuerzas nos celebran”.
SINCRONÍA
Galería Central, Centro Nacional de las Artes, Ciudad de México, MX
2014
